La porcelana suele ser de color blanco, textura fina y , en capas delgadas, presenta una bonita translucidez.
La porcelana típica se cuece a temperaturas superiores a 128o grados para conseguir su blancura y densidad caracteristicas.
La porcelana cocida es muy resistente y duradera. Sin embargo, las pastas de porcelana son las menos plásticas y las más dificiles de trabajar, tanto en el torno como a mano libre, pues el margen de tiempo es muy limitado: la pasta pasa en seguida de estar demasiado blanda a estar demasiado dura.
Las piezas se deforman y se rompen con gran facilidad.
A pesar de todo los problemas aparentes, muchos ceramistas utilizan porcelana con excelentes resultados.
La porcelana luce todo su esplendor con vidriados transparentes.